Hace ya 23 hs que dejé mi
casa de Buenos Aires. Ya estoy en Barajas. Intento hacer de cuenta que este es
un viaje como cualquier otro, que esta vez conoceré Argentona en lugar de
Paris, Londres o Venecia, como las otras veces que crucé el Atlántico. Que simplemente
me cruzaré con otro idioma nuevo en mis paseos, cuando busco perderme para
descubrir esos rincones maravillosos habitualmente ocultos a los turistas. Esta
vez escucharé catalán en lugar de francés, ingles o italiano. Catalán mezclado
con ese acento español ibérico que tanto me gusta.
Pero sé que no es así. Sé
que este no es un viaje como cualquier otro. Sé que esta vez no son solo lindos
paisajes lo que me espera sino mucho mas. Parafraseando a un Migre un tanto místico,
podría decir que un hombre que bajo del cielo frente a mi hace casi 3 meses, me
cambio la vida. También podría decir que hace casi 3 meses, en el medio de la
nada mendocina, el Mike 3 (helicóptero dakariano) trajo hasta el CP1 (puesto de
control y asistencia donde yo estaba) a Joan, un catalán que está bárbaro, es
uno de los hombres más dulces que conozco y habla con ese acento español ibérico
que tanto me gusta. Y que como si esto fuera poco, se enamoro de mi tanto como
yo de él. Y me cambio la vida.
Y por eso este no es
cualquier viaje, ni yo pasearé buscando rincones maravillosos ocultos a los
turistas. Porque este viaje marca un principio. Marca el inicio de mi vida con
Joan. Marca el empezar a aprender a vivir de a 2 y de a 4 al mismo tiempo, cosa
que me suena encantadora y aterradora simultáneamente, todo junto y mezclado.
Marca el primer día en que los rincones por descubrir serán los que en breve
visitaré a diario y luego les mostraré a quienes vengan a visitarme desde la
lejana Buenos Aires. Y también el día en que los rincones conocidos y
cotidianos pasaran a ser lugares a visitar esporádicamente. Y esto también me
suena encantador y aterrador simultáneamente.
Pero lo más aterrador de
todo (y esto no tiene contrapartida encantadora), es saber qué pasará con mi
gente, que pasará conmigo y mi gente. Sé que la tecnología me ayudará, no soportaría
la idea de cruzar el gran charco y pasarme meses sin tener contacto con mi
gente. No se si podría pensar en venirme si no existieran Mr Skype y compañía.
Aun con Joan, no sé si me animaría a dejar a todos lejos y ya. Y eso dice mucho
de Joan, de lo que significa para mi, porque sin su existencia, la frase
anterior hubiese sido ‘ni loca dejaría a todos lejos y ya’, sin la parte de ‘no
sé si me animaría’. Y estoy convencida de que acá conoceré gente que pasara a
ser mía también, pero siempre sumando a los ya existentes.
Tengo una extraña mezcla
de excitación por reencontrarme con Joan y por conocer su mundo (que espero
adoptar y que me adopte pronto) y melancolía por lo que dejaré atrás en un par
de meses, cuando me venga de forma un poquitín más definitiva. Muero por llegar
a Barcelona y abrazarlo de una buena vez. Pero sé que si bien es el principio
de algo maravilloso, también es el final de mi vida porteña actual, vida que salvo
por no tenerlo a Joan, estaba muy bien.
Ahora ya hace casi 24 hs
que dejé mi casa de Buenos Aires. Y faltan poco más de 2 hs para que llegue a
mi casa de Argentona. Se siente encantador y aterrador, todo junto y mezclado.
Pero cuánto más encantador que aterrador! Es hermoso saber que tanto el
principio como el final son elegidos, que poniendo las cosas en la balanza, no
me quedan dudas de mi elección.
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